viernes, 26 de noviembre de 2010

Los ojos del Buda



Falta poco para que amanezca y no durmió; ha estado leyendo lo que siempre lee en la víspera. Como agua de pozo en medio del follaje, la lectura lo sosiega. Valgan el temblor y la fiebre de días anteriores, el privilegio de este día.  
Se prepara: lucirá un atavío principesco; por elección, irá descalzo. Escucha música afuera; oye también voces silenciadas que más tarde, cuando él termine, se llenarán de  júbilo.   
La claridad  sin sol lo llama y sale. Contempla el caserío, más abajo el hilo de agua serpenteando el bosque, los cultivos y las montañas todavía oscuras. Los ve desvaídos por la bruma gris del alba y apresta sus ojos tan despiertos. Necesita embeberse del lugar para que sus manos se impregnen con la magia. Mira hasta embriagarse de paisaje como se ha embriagado  tantas veces en desdicha. Mira para que al pintar los ojos, éstos deseen mirar  porque ya conocen.
Cuando el sol asoma vibran címbalos y él camina con majestad hacia la estatua: feliz, casi como si la llevase a ella de la mano.  Sube espejo, pigmentos y pinceles al andamio. Abajo, sólo los mantras acompañan: nadie osará mirar mientras se crea lo sagrado.  
A la hora de la Iluminación, el pintor descansa  su mano unos segundos en el pecho, donde guarda las cartas que relee, y luego, de espaldas con pinceles al hombro y enfrentando el espejo, despliega su arte. Pinta los ojos a la estatua. Pinta lo que ha conocido tanto, lo más bello: el valle natal, las montañas azules, la sonrisa en los ojos que un día dijeron hasta luego, sin saber que era adiós.



Inspirada  en la tradición Nètra Mangala, (el ritual de los ojos), de Sri Lanka  en la que un artista especial, en una ceremonia, pinta los ojos a la estatua de Buda, lo último que se hace y que le confiere su carácter sagrado

viernes, 19 de noviembre de 2010

Miradas


Tras cuarenta años de felices acuerdos, ambos presumen de entenderse sin palabras.
Casados por trámite civil, en su momento prefirieron comprar la cama grande a los anillos; después, se olvidaron. O casi, porque ahora ella mira su mano un tanto artrítica y piensa que le gustaría lucir un aro de oro junto al cintillo heredado de su madre. Entonces la extiende y  pregunta sonriendo a su marido:
—¿No crees que ya es hora? —Mueve el dedo anular con cierta dificultad—. ¿No te gustaría a vos también? —agrega entrelazándole los dedos.  Él observa las manos de los dos, la mira a los ojos intensamente y asiente.
Al otro día, irá contento a reservar la excursión para las aguas termales.



Imagen: Artedevillafox Sergio Santini (Argentina).


Esta minificción resultó ganadora del concurso de noviembre en la Marina de Ficticia. Jurado: Marisol Nava Hernández, autora mexicana

lunes, 15 de noviembre de 2010

Volver

No la ve desde hace más de dos años. Este regreso es casi empezar de nuevo y le hubiera gustado presentarse de otra manera. No así, con el pelo largo, la barba rala sin afeitar y el pantalón sucio. Ella aprecia la pulcritud y la ropa limpia. Después de mirarlo de arriba a abajo cuando él lucía impecable, ella sonreía y asentía con la cabeza. Por eso, antes, él siempre se esmeraba con la ropa y también con los buenos modales. Esto último sigue igual (la buena educación dura para siempre dice su mamá) pero no ocurre lo mismo con su aspecto. Desde hace unos meses lo ha ganado el desánimo y se le nota en la cara demacrada y en la postura. Junto con el optimismo se fueron también sus rasgos de niño, dejándole un rostro cambiante al que no termina de acostumbrarse.
     Puntualmente hoy, además de la apariencia le molesta otra cosa. Él hubiera preferido verla en otras circunstancias. Encontrarla, por ejemplo, en la entrada de una tienda, él, con las bolsas llenas; se las hubiera arreglado para abrirle la puerta de vidrio mientras ella le agradece la gentileza. O si no, coincidir en la cola de la caja del supermercado y entonces le hubiera cedido el lugar porque él llevaría el carrito rebalsando de mercadería y ella, pocas cosas. Esos, sí,  serían buenos encuentros.  
En cambio, en este momento se siente culpable, como si de algún modo le hubiera fallado, a pesar de haber seguido su consejo y terminado la escuela vespertina. Según dicen eso le dará más posibilidades. Lástima que las posibilidades no se coman, que el novio de su mamá se haya ido hace tres meses y que a él, en el mercado lo hayan suspendido hace más de una semana.
Sí,  en el fondo no le importa nada su apariencia, lo que no quiere es volver. Y sin embargo allí está, otra vez ante la puerta esperando que ella abra la ventanita, para decirle como antes: —Buenos días, señora  ¿tendría algún alimento para ayudarme, por favor?


 publicado en  Seis de Espadas, 2007.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Ornitológica


A la salida del templo después de la ceremonia, mi vecina me señala a su hijo y a su flamante esposa, ambos visiblemente emocionados.
—¡Mire los tortolitos…! —exclama arrobada.
No puedo evitar pensar en las tórtolas, pájaros dulces y frágiles, que en cautiverio son capaces de matarse mutuamente a picotazos.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Sequías


Durante años y años sobre la mesada del laboratorio escolar hubo sólo dos frascos traídos por alumnos: uno con un feto de ternero, otro con una araña rara.  Desde hace dos semanas hay cinco frascos nuevos: todos con arañas grandes y peludas. Pollitos es su nombre vulgar, pero no porque sean blandas ni tibias: debajo de esos pelos hay una coraza rígida, dura, fría. Dicen que están invadiendo la ciudad; se las ve caminar a lo largo de autopistas, rutas y caminos vecinales, con diferente suerte. Muchas viajan entre los ejes de los autos y camiones o en sus cajas; otras se escurren subrepticiamente desde el equipaje de los migrantes que llegan en colectivos. Es que hombres y arácnidos corren la misma suerte: los campos son arenales, ahora.
Comentan, también, que algunas se encuentran instaladas ya en jardines y patios urbanos. Por eso, no creo que los alumnos traigan muchos más frascos con arañas. La gente se acostumbra a todo.


Imagen tomada de la red: Foto Gratis
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...