domingo, 23 de octubre de 2011

Ellas





Hubo indicios. Empezó con ciertas voces que entre las vagas conversaciones de la gente alcanzaban un registro extrañamente familiar. Hubo susurros, suspiros y, luego, olores inhallables.  Un eco rebotó en las paredes de la casa cuando cayó al suelo una manzana.  Percibí extensiones de mi propia sombra y a mi alrededor no había nada. Entonces, supe que jugaban conmigo y que los juegos habían comenzado a despertarme. Supe que todavía no era la hora del encuentro.


La certeza de que habían arribado la tuve hace dos días. Regresábamos a medianoche y al doblar por una esquina, las luces del vehículo iluminaron dos mujeres paradas a un lado de la calle. Las cabelleras largas, cejas y pestañas aún reverberaban cuando pasamos a su lado.  Idénticas y albinas.  Se me erizó la piel, pero no dije una palabra. La mujer que iba conmigo invocó a su dios y no quiso darse vuelta por miedo a que no estuvieran allí cuando mirase. Hizo bien. Las gemelas se dejan ver sólo por instantes y presenciar su acto provoca terribles consecuencias.

A partir de aquella noche todo se ha acelerado. Hace un rato escuché  risas en el patio y por la ventana vi dos gatos atrapar un pájaro. Me miraron, cada uno con un ala de la presa entre los dientes, se regodearon y luego la soltaron. Es su señal. Saben que estoy preparado; que me he convertido, otra vez, en la especie más feroz.   
Ahora salgo porque ellas están cerca; no soy más de los que esperan que llamen a la puerta.


Fotografía tomada de la red



sábado, 15 de octubre de 2011

El '55





¿Por qué me obsesiona esta esquina? Mi cuerpo lo supo siempre. Cuando era  niño sentía un tropel, como una rodada de caballos al caminar por esta calle. Lo entendí cuando mi madre me contó, hace tantos años, que aquí murió mi padre; que aquí ella se arrastró para salvarse y salvarme a mí,  diminuto botón en su interior.
Alguien, algún funcionario lúcido, ha conservado el lugar de aquellos días (no todo debe ser  reemplazado). Y  agradezco. Lo inerte se empapa por igual  de la muerte y de la vida. El metal oxidado, los muros, el empedrado guardan memoria de la metralla, la sangre, los gritos. Pero también de las risas, las palabras susurradas al oído, de la música.
Mi padre entonaba una canción cuando cayó la primera bomba. Mi madre nunca pudo recordar cuál era. Por eso vuelvo. Espero que un  farol o alguna piedra trasude para mí aquella melodía.


Fotografía tomada de la red

martes, 4 de octubre de 2011

Los invito a leer "101 minificciones"



Open publication - Free publishing

Este libro se realizó con motivo del décimo aniversario de La Marina de Ficticia. Reúne los trabajos más votados de los concursos del taller. He tenido la satisfacción de que tres de mis micros formen parte del mismo, junto a obras de una calidad excepcional. Gracias a los compañeros del taller. 

domingo, 2 de octubre de 2011

Lepisma saccharina superbum




Tras el disparo, el aire en el túnel se llenó de electricidad y humo. Por unos instantes, la enorme criatura convulsionó violentamente haciendo temblar el aparejo, antes de quedar quieta colgada en la trampa. Así y todo, por precaución, el hombre le seccionó los apéndices del último segmento; luego, la abrió en canal. Los estómagos se vaciaron con un crujido maloliente y entre la inmundicia  vislumbró lo valioso: libros aún sin digerir. Contento, los guardó cuidadosamente.

Entonces,  pensando en la simpleza de su oficio en el pasado, el restaurador destazó al mutante pescadito de plata.



Micro finalista en el IX Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2011
Imagen tomada de la red.
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