Khir le había mostrado el camino en un sueño. Luego Ob lo reprodujo cuidadosamente sobre una pequeña tabla de arcilla. En otro sueño le enseñó las palabras y los hitos, entonces él completó su mapa . Durante ciento ocho noches memorizó el itinerario con los ojos cerrados. Sus dedos recorrieron la tablilla hasta dejarla pulida y lustrosa. La noche ciento nueve soñó con el árbol. Supo dónde terminaba su camino y se alegró. Esperó la luna propicia para emprender el viaje y partió solo porque así debía ser. Pieles de uris cubrían su cuerpo y los pies; llevaba colgada en la cintura la tablilla envuelta en cuero blando. Ni vara ni cuchillo. Antes de que saliera el sol estaba en los lindes del bosque al pie de la montaña. Descansó durante el día y no comió nada para purificarse. Sólo bebió agua del deshielo. Al anochecer hizo una hoguera para alejar las bestias, ya que había visto lobos blancos. Ayunó tres días más permaneciendo en el mismo lugar. La cuarta noche soñó el pájaro. Era de color bronce con un collar de plumas negras, alas amplias y un pico corvo y rojo. Nunca había visto ave tan imponente, por eso durante el quinto día dormitó tranquilo. Cuando se ocultó el sol desenvolvió la tablilla. Sus dedos la recorrieron por última vez y luego de un golpe la rompió. Con una piedra convirtió los trozos en polvo y pronunciando las palabras aprendidas en el sueño lo esparció en las cuatro direcciones. Apagó el fuego y se quitó el atuendo. Estaba listo. Debía cumplir el extenso recorrido en una única noche, pero Khir le había advertido que no se preocupara porque la noche sabía esperar. Emprendió el ascenso, el ayuno había fortalecido su espíritu. Uno tras otro fue encontrando los hitos. Una roca blanca, un tronco partido, el hilo de agua, la hoya profunda, una barrera de hielo y ciertos pinos. Hubo rodeos hacia un lado y hacia el opuesto evitando escollos como piedras grandes y arbustos densos, pero siguió la senda correcta. Aunque la noche era fría pronto su cuerpo fue un fuego. Sus pies parecían alados sobre el mantillo húmedo o enredaderas extendidas en el suelo. Aminoró sus pasos al llegar al desfiladero. Hubo tramos donde la roca lastimó sus pies, pero él no se dio cuenta. Nuevamente en la fronda dejó atrás la cornamenta de doce puntas, una cueva y los pinos secos. En los claros su cuerpo empapado brillaba. Durante horas ascendió sin dudar sintiendo el tambor de su pecho en la garganta y las sienes. Abandonó el bosque y finalmente avistó dos grandes rocas blancas y otra encimada formando un arco. Se detuvo. Había completado el recorrido y la noche aún lo acompañaba. Exhausto y temblando se sentó debajo de las piedras. En ese momento una nube ocultó la luna y en la oscuridad él presintió el abismo adelante y la mirada de lobos detrás. Quiso pararse pero no pudo porque una punta le atravesó el pecho. Cayó hacia adelante interminablemente y en silencio. Mientras caía pensó en el pájaro. Así murió Ob, el cazador. Su cuerpo quedó desmadejado en el hielo de una grieta.
Cuando volvió a la vida estaba en el árbol y la tibieza del nido lo embriagaba. Era un niño pequeño otra vez y su madre, el ave de pico rojo estaba a su lado. Guyuk, dijo ella; ése sería su nombre. Miró hacia abajo y vio otras ramas con nidos y más niños y madres. Se sintió feliz porque el suyo estaba entre los más elevados. Sería un chamán poderoso, como Khir había augurado.
El cuento que hubiese deseado escribir. Gracias amiga por ahorrar el trabajo defectuoso que habría hecho y regalarme esta maravilla a cambio.
ResponderEliminarPatricia
Qué bien que te hayas decidido, Mónica. Me gusta mucho el título. Ya tienes una nueva seguidora. Un beso.
ResponderEliminarPatricia: muchas gracias por tus palabras.
ResponderEliminarElisa: Alguna vez tenía que ser... Gracias mil.
Cariños a las dos.
Cada vez que lo leo se me pone la piel de gallina.. que bello. Le das a las palabras el orden perfecto.. que placer leerte una y otra vez Moni.
ResponderEliminarBesote
Querida Moni, he inaugurado en mi blog una sección nueva que se llama los cuentos breves de mis amigos, voy a comenzar con éste. Simplemente lo copio y lo pego porque no sé hacerlo de otro modo. Fijate y si no te gusta lo quito inmediatamente.
ResponderEliminarUn beso