domingo, 20 de febrero de 2011

El llamador de vientos





 Juega con la valva como si fuera una moneda. Es una de esas chata, lisa y dura de color gris nacarado.  Le hizo un agujero perfecto cerca de la charnela, en el punto que no resiste el golpe de clavo y martillo; así podrá engarzarla junto a las otras.
La valva se desliza lentamente  hacia delante y atrás  por el dorso de sus dedos y ella se asombra por conservar, todavía, la flexibilidad.  No sabe por qué se ha puesto a jugar precisamente en aquel momento.  Será porque  no ha hecho un llamador en mucho tiempo y necesita el prólogo: una aproximación a los elementos, al diseño.
El lugar donde lo colgará es muy ventoso: sonará día y noche. Extraña esa música.
Recuerda la vez que su madre le enseñó a hacer un nuevo cordel.
“Hagamos una trenza con dos hilos”.
“No es posible. Las trenzas se hacen con tres, se va a desarmar” 
No sólo existía una trenza de dos hilos, sino que no se desarmaba. Un cordel prieto, retorcido, ideal para las tapas pesadas, cóncavas y rugosas de las ostras.  Siete  trenzas largas  para cinco líneas de valvas, hicieron. Una escultura de sonido grave y movimiento aletargado.
El que tiene en mente ahora es uno pequeño, liviano. Valvas silíceas redondas, como la que tiene en la mano. De las que tintinean como campanitas y abundan en esa playa. Hilos: sólo tres, simples. Que dure lo que dure. Las trenzas de dos hebras se hacen de a dos, igual que los llamadores grandes.

Imagen tomada de la red



12 comentarios:

  1. Me dio ternura. ¿O nostalgia?
    Quizas ambas.

    Beso

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  2. Sí, como dice el comentarista anterior, nostalgia y ternura, pero hay más: la excelencia con la que lográs incluir en el texto (y tan corto!) palabras precisas que obviamente conocés por tu profesión, y que no molesten, que no quiten emoción al cuento.

    Bravísimo!!!

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  3. ¡Qué precioso llamador construido con palabras deliciosas!

    Me encantó.

    Besos luneros.

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  4. Tiene razón Alejandro, es auténtica prosa poética. Ya el sugerente título lo anuncia, y esa estructura del texto, como en vaivén, como si surgiera de la propia música del llamador crea una atmósfera muy sugerente. Hermoso y, como tú dices, inclasificable.
    Un abrazo.

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  5. Un texto muy confortable, fácil de habitar. Me pareció estar leyéndolo en una novela de las que me gustan.
    Abrazos fuertes,
    PABLO GONZ

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  6. Existe la idea extendida de que los textos cortos deben ganar sí o sí por nocaut: yo no creo que siempre deba ser así, hay otros caminos. Una narración breve también, como un cuento largo o una novela, puede ganar por puntos ―con belleza, ritmo del lenguaje, sutil entramado de la historia―, sin golpe final, como en el presente caso.

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  7. Tal vez un sentimiento tan indefinible como el texto mismo. Gracias, Ignacio.

    Lola: Me alegra que te gustara este llamador. Los reales suelen ser muy lindos, en verdad. Muchas gracias por tus palabras.

    Gracias Ale y quién sino vos para hablar de poesía.

    Elisa, Pablo, Gabriel, estoy aprendiendo a soltar este tipo de escritos -no sin esfuerzo, eh?-, que nacen sin propósito definido, como pensamiento o proyecto que no cuaja, o por el mero placer de plasmar imágenes con palabras. Pero que igualmente han sido trabajos con esmero. Así son mis indefinibles por ahora; tal vez más adelante sigan otro camino.
    Muchas gracias por dejar su comentario.

    Abrazos a repartir, como dice Lola.

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  8. Este relato me dio ganas de armar un llamador, así, tal cual lo describís. Puedo sentir el sonido del viento. Te felicito!
    Saludos!

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  9. Pequeño o grande, el llamador es bello. Se nota que lo has construido con amor.
    Beso, Mónica

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  10. me encantó leerte, paso por primera vez....si gustas intercambiamos enlaces...

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  11. Animáte, Claudia. Vale la pena. Agradecida por tu visita.

    Torcuato, muchas gracias por tus palabras.

    Geraldine, bienvenida al blog. Muchas gracias por hacerme conocer tu opinión. Visitaré tu lugar, por supuesto.

    Abrazos a los tres.

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