Regreso a la espesura donde vivió mi padre. La casa entre el
verde. El arroyo con arena en la orilla. Él no está, pero he encontrado un hato
de cartas. Papeles desvaídos sujetos con una goma negra. Huelen a barro, a raíz
tierna, a moho. No puedo leer a quién
están dirigidas, las letras azul pálido danzan. Me pongo los anteojos.
—No leas. No son tuyas —dice la gata.
—Cómo no, si estaban enterradas en el jardín bajo la ventana.
Tengo derecho…
—Las escribió para él mismo —insiste—. Te harán daño.
…
La gata mueve apenas la punta de la cola; comprende mi
tribulación: él también usaba las palabras como navajas.
—Lo que es para vos lo escribió en libros: márgenes,
solapas, últimas páginas —indica.
— ¿Y a vos qué te dejó? —pregunto.
—Estoy en varios cuentos
—se ufana—. Mucho más que la liebre y la comadreja. Se levanta, arquea
el lomo estirándose y se va.
Yo también me retiro, no sin antes guardar los papeles. Los
leeré más adelante, y le daré la razón.
Imagen tomada de la red
Imagen tomada de la red
Este relato tiene el punto de realismo mágico suficiente para convertirlo en una delicia.
ResponderEliminarExcelente construcción narrativa, bien hilada a través del diálogo verosímil entre protagonista y gata. Clima evanescente para conseguir hondura emocional.
Gran trabajo, Mónica.
Un abrazo,
Qué hermosos elogios, Pedro. Te agradezco mucho el comentario. Es muy gratificante comprobar que lo que una escribe resuena en otra persona.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Precioso texto Mónica, coincido con Pedro, el realismo mágico lo convierte en una joya.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué bueno verte por aquí, Ángeles. Gracias, me alegran mucho tus palabras.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Muy buen relato, vale la pena haber llegado hasta aquí. Saludos!
ResponderEliminarPues muchas gracias Norma, volvé cuando quieras.
ResponderEliminarSaludos!
A cada cual lo suyo.
ResponderEliminarSupongo que al intentar espiar a su padre lo comprenderá mejor. Pareciera que nada remediará con eso, ¿no es cierto?
Muy buen relato.
Es cierto, sí. También se hacen cosas a sabiendas del sufrimiento que conllevan.
EliminarMuchas gracias Arturo por pasar y dejar tu comentario.
El mundo de los amados ausentes siempre nos asalta, creo, a la vuelta de cualquier página. Allí están las palabras para hablarnos de ellos. Y para que ellos nos hablen.
ResponderEliminarSí, a veces da miedo escucharlos.
Un fortísimo abrazo!!!
Si, es cierto Patricia, pero no se puede evitar.
EliminarUn gusto tenerte por acá, gracias.
Abrazo fuerte
Un buen relato,es un gusto haber visitado tu blog.
ResponderEliminarGracias, María del Pilar. Igualmente para mí que hayas pasado por acá. Regresa cuando quieras.
EliminarAbrazos.
Es un poco como empeñarse en que obtener caricias a la fuerza. Cada uno debe aceptar lo que quieran darle o/y seguir su camino.
ResponderEliminarAbrazos, muchos.
Sabias palabras, Lola. Gracias por pasar.
ResponderEliminarAbrazo fuerte.