Vivo desde hace días en casa ajena. Mi madre está aquí también y no sé por
qué.
Los de la casa son muchos. Por ciertos rasgos, matices del pelo o modos del habla parecen pertenecer a un clan.
Las mujeres, dignas señoras, saben dar órdenes y calmar; tratan con deferencia a las visitas como yo y son
aficionadas a las labores. Las niñas y las muchachas atienden juegos y tareas.
Los hombres, sin embargo, no me inspiran
confianza: tras aparente mansedumbre intercambian miradas y sonrisas cómplices;
los he visto. Pasan las noches fuera; oí
que trasladan gente al otro lado por el río y cobran el servicio. Deben hacer bien su trabajo porque se ufanan de no haber perdido nunca a
nadie en esas aguas.
Ahora sos mori, dice la niña con la que comparto cama. Es la
segunda vez que me lo dicen y sigo sin entender. Lo único que sé es que me besó
su hermano, un joven de piel oscura y pelo brillante. Un tramposo. Su madre me dio
un tapiz para que destrame el tejido: una tradición del lugar, según dijo.
Impartió instrucciones y las cumplí correcta pero lentamente. Debía entregarle los ovillos en mano y
esperar un beso de bienvenida, pero cuando terminé ella no estaba y no supe qué
hacer. Fue un momento incómodo con todos
mirando ahí.
— ¿Querés dármelos a mí? —preguntó el
hijo, ante la expectativa de los otros. Supuse que sería lo mismo: se los di y ofrecí mi mejilla. Los labios del oscuro me
apretaron la boca, su lengua caliente encontró la mía.
—Ahora sos mori —dijo sonriente. Se escucharon
risas y alguna voz de desencanto.
— ¿Te besó mi hermano? —preguntó
después la chica.
Asentí.
—Se terminó —dijo con resignación—.Ya
no te respetarán. Tarde o temprano te llevarán al otro lado.
— ¡No sabía! —protesté—. No pertenezco
a este lugar.
—Sin embargo estás acá, con nosotros -me miró con ojos de
aflicción-. Y en algún momento te llevarán al otro lado.
Entonces repitió lo mismo que dijo su hermano y se fue antes de que pudiera preguntarle más.
Mi madre, que había estado escuchando se restregaba las manos, murmuró algo sobre un dinero que no tenía.
Entonces repitió lo mismo que dijo su hermano y se fue antes de que pudiera preguntarle más.
Mi madre, que había estado escuchando se restregaba las manos, murmuró algo sobre un dinero que no tenía.
— ¡¿Pero qué quiere decir mori?!
—le grité.
—Debés repetirlo cien veces y te
darás cuenta —habló.
Aún no lo hago: primero necesito entender
por qué ella está aquí, conmigo.
Aterrador, Mónica. Y qué bien lo has trenzado en tu relato.
ResponderEliminarAbrazos muy vivos.
Eso, Lola, muy vivos, que cuando se baje la cortina no habrá nada de esto; sólo dormir sin soñar.
EliminarGracias por dejar tu palabra como siempre.
Con tu permiso Moni, lo conservo.
ResponderEliminarMe encantó, palabras manoseadas que parecen tontas y sin embargo dicen lo que dicen.
Un abrazo
Gracias por comentar y por compartir el cuento en FB, Patricia. En cuanto a las palabras, una hace lo que puede: como con los niños, una trata de dejarlas limpitas y relucientes antes de sacarlas a pasear; claro que no siempre se consigue, jeje
EliminarUn abrazo fuerte.
Mónica:
ResponderEliminarTétrico.
Ante el temor a lo desconocido, toda fantasía es valida, ¿no es cierto?
Aunque, en lo personal, no me agrada el género. Mucho menos, cuando hay tanto por hacer de este lado del supuesto río.
No obstante, hay que reconocer que es una fantasía bien hecha.
Saludos vitales.
Arturo, que pienses que es una fantasía bien hecha me gusta un montón, y que te haya parecido tétrico, me gusta aún más. Quiere decir que mínimamente esta ficción ha cumplido su propósito.
EliminarTe agradezco la lectura y la sinceridad.
Un abrazo muy vital.
Mónica, te di un premio (o tal vez un castigo) en mi blog. Si te apetece, puedes seguir la cadena. Un abrazo.
ResponderEliminarEstimada Elisa, agradezco mucho tus conceptos hacia mi escritura; me halagan. Ando bastante alejada de la blogosfera, así que veré cómo hacer para seguir la cadena.
EliminarUna abrazo fuerte.
Mónica, no lo tomes como una obligación, en absoluto, es solo un juego en el que se entra si se tiene tiempo y ganas. De todas formas creo que tu blog merece ese reconocimiento y más. Otro abrazo.
EliminarSe sigue extrañando de por qué está su madre con él, si al otro lado ya no estaba.
ResponderEliminarInquietante micro, Mónica.
Me gustó.