Una moneda de centavos recogida del piso, de al lado de una de
las patas de la cama, vuelve al mismo exacto sitio tres veces al caer otras
tantas, y allí permanece.
Un rayo de sol incide en el vidrio azul y enciende dentro de
la botella polvorienta, la atmósfera celeste y brumosa de un jardín de cuentos.
La amante que lamenta la caducidad del plazo pactado; la amante que irradia por el amante
conseguido. El amante que pronto regresará al redil; el amante que acaba de
inaugurarse como amante. La mujer que espera pacientemente; la mujer que abrió
la puerta a su pesar.
Todos, todas, podrían vivir dentro de ese nebuloso jardín de
la botella. Todos y cada uno, allí, con el otro elegido y en un lugar propio como
el de la moneda de centavos. Todos
felices, si alguien reacomodara las piezas según cada circunstancia.
Sin embargo, nadie cambiará las reglas del juego: lo sórdido
seguirá siendo sórdido y lo fuera de centro, pervertido como los huesos
dislocados.
Alguien será feliz, otro sufrirá, alguno obtendrá los goces
y la gracia.
Antes o después, la botella acabará por caer del estante y
romperse, y la moneda, arrebatada de su
sitio, será dada en un vuelto.
Imagen tomada de la red
wawww
ResponderEliminarGracias por tu lectura y manifestación, quienquiera seas. Saludos.
EliminarMagnífico Mónica. Un abrazo fuerte, amiga, desde Mar del Plata
ResponderEliminarGracias por pasar y comentar, y por el abrazo, Elise.
EliminarDesesperanza llevada hasta el final. ¡Ojalá que se rompiera ese juego perverso!
ResponderEliminarAbrazos esperanzadores.
Un micro desazonador, Mónica, por lo que apunta Lola, una desesperanza densa, que envuelve al lector y lo atrapa en ese círculo que parece no romperse.
ResponderEliminarUn abrazo,
Lola y Pedro: este texto asume la vida misma, especialmente cuando ésta se empeña en que tenemos que bebérnosla hasta la última gota, se trate del sabor que se trate. Ni más ni menos...
ResponderEliminarGracias a los dos por leer y regalarme sus impresiones, tan valiosas para esta autora.
Parafraseando a Lola, abrazos dobles.
Mónica:
ResponderEliminarLos caminos a la felicidad no se encuentran entre los vericuetos de la impostura, donde lo que parece ser, nunca lo es...
Al final, todo cambiará y ese mundo desaparecerá.
Espero que este año que se inicia te traiga toda la dicha, la paz y la prosperidad posibles.
Un gran abrazo.