No la ve desde hace más de dos años. Este regreso es casi empezar de nuevo y le hubiera gustado presentarse de otra manera. No así, con el pelo largo, la barba rala sin afeitar y el pantalón sucio. Ella aprecia la pulcritud y la ropa limpia. Después de mirarlo de arriba a abajo cuando él lucía impecable, ella sonreía y asentía con la cabeza. Por eso, antes, él siempre se esmeraba con la ropa y también con los buenos modales. Esto último sigue igual (la buena educación dura para siempre dice su mamá) pero no ocurre lo mismo con su aspecto. Desde hace unos meses lo ha ganado el desánimo y se le nota en la cara demacrada y en la postura. Junto con el optimismo se fueron también sus rasgos de niño, dejándole un rostro cambiante al que no termina de acostumbrarse.
Puntualmente hoy, además de la apariencia le molesta otra cosa. Él hubiera preferido verla en otras circunstancias. Encontrarla, por ejemplo, en la entrada de una tienda, él, con las bolsas llenas; se las hubiera arreglado para abrirle la puerta de vidrio mientras ella le agradece la gentileza. O si no, coincidir en la cola de la caja del supermercado y entonces le hubiera cedido el lugar porque él llevaría el carrito rebalsando de mercadería y ella, pocas cosas. Esos, sí, serían buenos encuentros.
En cambio, en este momento se siente culpable, como si de algún modo le hubiera fallado, a pesar de haber seguido su consejo y terminado la escuela vespertina. Según dicen eso le dará más posibilidades. Lástima que las posibilidades no se coman, que el novio de su mamá se haya ido hace tres meses y que a él, en el mercado lo hayan suspendido hace más de una semana.
Sí, en el fondo no le importa nada su apariencia, lo que no quiere es volver. Y sin embargo allí está, otra vez ante la puerta esperando que ella abra la ventanita, para decirle como antes: —Buenos días, señora ¿tendría algún alimento para ayudarme, por favor?
publicado en Seis de Espadas, 2007.
Moni, que duro y que hermoso.. sera que me recuerda tanto la realidad.. que pena en el alma. Cuando te leo logras que recree un abanico de sensaciones, sorpresa, lagrimas, dolor.. una terrible dicotomia el dolor de la belleza. Beso..
ResponderEliminarTu fan :)
Muy tierno y a la vez muy duro. Me dejó helada.
ResponderEliminarAbrazos calentitos.
Coincido con lo que dicen, es un cuento muy duro pero esconde mucha belleza gracias a tus palabras.
ResponderEliminarAbrazos
Fotografía perfecta del fracaso.
ResponderEliminarUn beso Mónica.
Vivi, Lola, Ángeles, Torcuato, gracias por leer y dejar palabras reconfortantes.
ResponderEliminarAbrazos y besos para todos.
Muy bueno, Mónica. Es interesante como se va desarrollando la historia y la realidad del desempleo que no se puede enmascarar.
ResponderEliminarMe llamo la atención, en el primer párrafo, cuando decís: "No así, con el pelo largo, la barba incipiente sin afeitar y el pantalón sucio". Me parece que en la barba incipiente sin afeitar existe una redundancia. El hecho de que sea incipiente implica que está sin afeitar. Distinto sería el caso si dijeras: la barba incipiente sin recortar (o sin arreglar o y desprolija). Pienso que debería ser: "No así, con el pelo largo, la barba incipiente y el pantalón sucio". Por supuesto, el autor siempre tiene la última palabra.
Saludos.
Hola Daniel, me hiciste recordar la duda que se me planteó al escribirlo y después de. El personaje es un adolescente y la referencia es a cuando la barba recién empieza a aparecer y crece aquí y allá y deja partes de la cara lampiñas. Busqué algún término y, además del vulgar y cariñoso 'pelusa' que no daba el tono del cuento, no encontré un vocablo que fuera literario. Por eso agregué como adjetivo incipiente (que empieza). Sí, recuerdo que consideramos la redundancia (este cuento es parte de un proyecto colectivo, un libro-objeto y las correcciones se hicieron en forma grupal), pero quedó así porque el adjetivo caracterizaba al personaje en su edad. Claro que son riesgos, porque un detalle así puede arruinar la apreciación de un cuento. Decíme por favor, si este argumento es válido para vos, si cambia tu forma de pensar; me sería muy útil.
ResponderEliminarGracias por tus siempre cuidadosas lecturas y dedicados comentarios.
Un abrazo.
Mónica, me he tomado el atrevimiento de escribirte a tu correo para responderte.
ResponderEliminarSaludos funambulescos.
Por lo menos le abrió. Hay veces que redundan los "ni siquiera eso". La culpa, pienso, ¿A dónde guiará a ese personaje? El mas allá del cuento me preocupa... En qué margen caerá el personaje, teniendo en cuenta que, por lo menos, le abrió. (porque doy por sentado que asi lo hace)
ResponderEliminarGabriel, gracias, te escribo.
ResponderEliminarIgnacio, hay de todo, como bien sabemos, aunque la mayoría de la gente es solidaria. Pero en un mundo en donde el trabajo escasea cada vez más, preocupa el futuro de todos efectivamente.
Gracias por leer y comentar. Abrazo.
Moni, recién vuelvo (o así lo intento) y me encuentro con este desgarro ... tan bien escrito. Coincido con Ignacio, el futuro del personaje preocupa aún más que su presente.
ResponderEliminarIré leyendo todos los textos que me privó la ausencia. Un beso grande.
Patricia, qué bueno tenerte de regreso. Muchas gracias por tu consideración.
ResponderEliminarBeso.