En este lugar nos conocemos todos y eso, en cierto modo, facilita las cosas. De ahí que no me importara declarar ante la fiscal del distrito (una muchacha preciosa): en la sala, ella era la única extraña. Durante la indagatoria imaginaba su vientre nacarado ondulando bajo mi peso; me cambió el ánimo... Estaba interesada en cuando fui monaguillo y le dije que a mí el cura nunca me había tocado, que jamás había escuchado que le hubiera pasado a otros. Lo mismo aseguraron Sper, el comisario inspector; Toño, el de la Marítima y el editor del ‘Pregón del mar,’ entre los de aquella época.
Más tarde, algunos de nosotros estábamos en “The Avengers” tomando unas copas cuando aparecieron el abogado Ferroni y la fiscal y se sentaron a nuestra mesa (sentí que tocaba el cielo). Resultó que habían estudiado juntos y Ferroni y su mujer la hospedaban en su casa. El tema fue inevitable. Después de lo de la mañana, supusimos que la investigación del crimen iría al frío. Ferroni coincidió con nosotros. Ella, con elegante discreción sólo confirmó lo que decía el periódico: sin móvil claro ni sospechosos. Agregó que no estaban seguros de cuál fue el objeto punzante, dicho de un modo que me alteró la respiración.
Después, hablamos de otras cosas y la balanza se inclinó para mi lado. Es una muchacha sencilla. Nació en un pueblo como este, en la sierra; los estudios los pagó trabajando y, por ahora, está casada sólo con su trabajo. ¡Vaya suerte!
La invité a navegar y aceptó. En este momento de mi vida siento que puedo lograr lo que me proponga: sólo deseo hacer las cosas bien. Ferroni y su mujer nos acompañarán. Le mostraremos los mejores lugares de la bahía. Quiero que salga perfecto. Ya tengo casi todo listo abordo, sólo me falta reponer el pica-hielos para preparar los tragos.
Imagen tomada de la red
Cuando se quiere todo perfecto, lo tiene que hacer uno mismo. Y contar con el pueblo chico, claro! Excelente Mónica!
ResponderEliminarBesos,
Si el ex monaguillo me pidiera opinión, le sugeriría alejarse de la fiscal de distrito...
ResponderEliminarMe maravilla tu capacidad de entrar en detalles que en lugar de detener la acción, la ahondan.
Besos, Moni
Muy buen intento, Mónica.
ResponderEliminarBesos nocturnos.
Claudia, Patricia, Lola muchas gracias por sus comentarios.
ResponderEliminarAbrazos.
Guau, qué final! Muy bien llevado el cuento.
ResponderEliminarAbrazo
J&R
Me encanta ese final, te admiro por ello, sobre todo, porque los finales son lo que más me cuesta.
ResponderEliminarSeguiré leyendo otro día con más tiempo.
Lo de la flecha en el ojo... ¡ole! y ¡ole!
Jeve y Ruma, me alegra que les guste el final. tiene la pretensión de cuentito policial negro.:)
ResponderEliminarRuben, bienvenido al blog -al menos creo que es la primera vez que dejas un comentario- y además te has hecho seguidor. Pues muchas gracias.
Con respecto a los finales, pues es lo que más me cuesta también. Dicen que lo ideal antes de largarse a escribir un cuento es tener el final, entonce uno se dirige rápidamente hacia él, organiza todo en función al mismo. Otras veces, el final surge de repente a medida que se va desarrollando la historia, cosa que me ha ocurrido muy frecuentemente. También tengo cuentos empezados a los que todavía no le llegó la idea final; esos quedan guardados a la espera de que se produzca el click. En fin, la cuestión es escribir.
Espero que regreses pronto.
Un saludo cordial.
¡Ay, T.L.! Ni idea tenía de que eras tú. Me siento como el maestro Ciruela (no sabía leer y puso una escuela). Sin embargo, he revisado lo que te dije y ¿sabes? hay algo que todavía me pasa. La extensión ahora es suficiente, la historia pedía más ser cuento que micro, y el cuento es redondo pero tengo la impresión de que podías seguir tirando de este hilo y escribir un cuento mucho más largo (tal vez incluso una novela breve). Será que has plasmado tan bien el ambiente de ese pueblo chico que una vez dentro nos cuesta salir de él.
ResponderEliminarUn abrazo, Mónica, siempre es un placer leerte.
Mónica, me gustó desde que lo leí en la Marina. Y de acuerdo con Elisa, puede crecer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Regresaré siempre que pueda. No había entrado antes, apenas hace unos días que naufrago por blogspot, antes lo hacía en soy.es.
ResponderEliminarPero me alegro de haber encontrado este blog.
Elisa, tenías razón; al principio pensé que podría acomodarla a la extensión, pero después me dí cuenta de que para lo que tenía en mente, los mil cuatrocientos golpes serían insuficientes. Quedaba como embutido. También me pasa lo de que la historia pida una extensión mayor: los personajes, el lugar, un desenlace con redención quizá; hay mucho material para desarrollar. Veré qué hacer y cuándo. Muchas gracias por pasar y dejar tu opinión.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
José Manuel, es grato que pases. Me alegra que te haya gustado el de la Marina, pero esta versión es más redonda, al menos yo creo que cierra mejor. Si lees la respuesta a Elisa, verás que también pienso que podría ser al menos un cuento largo. Abrazo fuerte.
Ruben, gracias otra vez. Anduve de pasada por tus blogs, y vi que escribes largo. Enhorabuena. leeré con más tiempo y dejaré comentario. Me alegras con tus palabras. Abrazo fuerte.
Excelente el detalle revelador del picahielos. En cuanto a la extensión, creo que así respira bien; pero por supuesto que se le podría dar un mayor desarrollo.
ResponderEliminarSaludos.