¡Miren! ¡Allá está! ¡El criadero natural más grande por estos lugares! Tiene razón Xlumi Tis; él sabe porque estudia los ciclos y la demanda del mercado. Por algo es de los mejores chefs de Xlovadi. Dice que nunca habrá problemas de abastecimiento si se respetan los tiempos de las especies. Y que no hay que temer, aunque los precios se encarezcan por el flete (si sabré yo lo que cuesta llegar hasta acá), porque la buena materia prima se paga bien.
Recuerden: el tour únicamente incluye el traslado y la degustación. Por el modo de recolección no pregunten; es secreto profesional. Sólo les digo que perfeccionarlo llevó mucho tiempo. Éstas son piezas muy pequeñas, frágiles, y deben llegar en perfectas condiciones. No trabajo a granel. Tomo la precaución de empacar por variedad y tamaño y eso facilita el trabajo en las cocinas.
La preparación correcta enaltece a un cocinero, eleva al restaurante a una categoría superior. Pero, el sabor, la consistencia de las fibras se alteran sin remedio si se desconocen los procedimientos correctos. ¡Si habré visto reputaciones arruinados por la elección de una variedad equivocada o un punto de cocción inadecuado! Ahora, ¡qué manjar de los dioses cuando están bien preparados!
Como sibarita prefiero lo sencillo, lo simple: a mí me gustan fritos. Los cocino yo mismo. Uso variedades mixtas —para este tipo de cocción importa sólo el tamaño—. Descarto las piezas pequeñas por desabridas y las muy grandes, por la grasa. Elijo las medianas —alcanzan el grado justo de crocantez y dulzor—. ¡Jamás usen grasa de samú! Sólo aceites neutros como calenis o tercure. Y no hay que vacilar; que los chilliditos y las contorsiones no los amilanen. Son simples movimientos reflejos. Tampoco se deben pinchar porque pierden jugo: hay que tomarlos firmemente con una pinza y cocinarlos apenas dos segundos. Es todo. Sí pongan especial atención a la temperatura del aceite. Nunca debe superar los 170 -175º Tun porque si no, los humanos se achicharran.
Qué horror, te diré que está tan bien escrito que hasta me han entrado ganas de probarlos:
ResponderEliminarBuenísimo, Mónica. Excelente la creación de los términos gourmets alienígenas: samú, calenis (éste me gustó especialmente), tercure; eso le da entidad al relato. Nada hace prever cuál es el manjar. El ritmo no decae nunca. Escribís realmente bien; y ojo que no te lo digo por compromiso, es así.
ResponderEliminarSaludos.
PD: Deberías presentar, si te apetece, un texto a la convocatoria del tercer cuatrimestre (yo participé en la primera) de la Editorial Dunken; textos de hasta dos páginas para una antología, y es gratuita. Esta es la dirección:
http://dunken.com.ar/web2/seleccion.php
Elisa, gracias por el elogio y el humor.
ResponderEliminarGabriel, a mí también me gusta 'calenis', es muy musical; pero tengo ciertas dudas si es realmente mío el término o se filtró desde mis antiguos y olvidados estudios de Botánica II.
Muchas gracias por tu comentario tan dedicado y por la sugerencia y el dato de Dunken. Lo tendré en cuenta.
Abrazos a los dos.
Mónica, final por demás sorpresivo.
ResponderEliminarYo me imaginaba una especie de peces muy peculiar.
Saludos.
Jajaja José, escribí esa parte pensando en cornalitos, unos pescaditos que deben ser capturados con red de malla fina por lo pequeños y que se comen fritos, -de la red a la sartén así nomás- con cabeza y todo.
ResponderEliminarGracias por la lectura y el comentario.
saludos!