Una vez, él preguntó muy serio de qué color sería la soledad por las noches.
—Depende del color de la noche —dijo ella, divertida—. La soledad no es la misma en las noches blancas que en las noches negras. Se rieron. La vida apenas los rozaba.
Inmediatamente después que pasó lo que pasó, a ella se le durmió la memoria. Atónita, como si abriera telones a cada paso, recorría la sala entre palabras de pésame. Al trancazo de la puerta, volteaba buscándolo entre la niebla de sus ojos.
Con el paso de los días, el recuerdo feroz se le cosió a las tripas. Llegaron el ahogo, los gritos.
Ahora, hay veladuras. De repente, la casa está limpia, la comida fría en el plato. Por las noches su memoria tiene insomnio. El techo del cuarto proyecta la misma película. Los protagonistas: ellos dos jugando a lo siniestro. El mismo desenlace. El médano recortado por la luz, la antigua casa en llamas al otro lado, humo gris en el cielo estrellado. Cada vez, una espada la traspasa. Si tan sólo hubiera cometido un mínimo error. La soledad es incandescente. No habrá más noches blancas.
Hay un cambio de perspectiva temporal al resto del relato, en el último párrafo, que me descoloca en los tiempos narrativos. Al parecer, hay tres momentos separados por algunos años, uno que es en el primer párrafo, otro en los siguientes dos, y uno más lejano (o sea, más reciente o actual) en el último.
ResponderEliminarHay un "De repente", que no me deja hilar el desenlace, la casa, el cuarto el médano, la casa antigua, la espada que la traspasa (¿a quién?).
La imagen del cierre es muy buena, potente, como un faro.
Saludos :-)
La frase "Por las noches su memoria tiene insomnio" es preciosa!!!, me he quedado en ella pensando tdo lo que puede ocurrir cuando la memoria tiene insomnio.
ResponderEliminarUn abrazo Mónica
Una maravilla de relato. Palabras que lucen como joyas. Me encantó esta historia de pérdida y soledad.
ResponderEliminarBesos esperanzados.
Palabras que, siendo redondas y perfectas como perlas, también saben herir como un sablazo.
ResponderEliminarTrágico y bello.
Besos!
José Luis, acuerdo en que es un micro un tanto retorcido como me gustan cuando ando con cierta onda negativa. Efectivamente hay tres momentos y el último párrafo corresponde al presente. El 'de repente' que mencionás, sería el despertar de las veladuras o momentos de abstracción total de la realidad, de 'ausencias' debido a que un pensamiento te absorbe por completo y haces las cosas automáticamente. Tal vez, esta explicación te lleve a hilar el resto; o no. Sólo hay algunos hilos de una trama trágica y culposa. Es ambiguo, lo reconozco. Debí pensar más en el lector.
ResponderEliminarGracias por el comentario y tu interés. ¿Podés creer que recién ayer me dí cuenta de que el águila del taller y vos son el mismo? Fue porque vi tu correo y el nombre en los correos del grupo de microrrelatistas. Ay, qué cabeza la mía. En fin... Un abrazo.
Muchas gracias, Ángeles. Me alegra que te haya gustado, y sí hay mucho para pensar en cuando la memoria está activa. Otro abrazo para vos.
Y a mí me encanta tu comentario, Lola. Bienvenidos sean los besos esperanzados y vuelan otros para allá.
Patri, recién veo tu comentario. Ay, sí, es una historia trágica. Un dramón, en realidad. Surgió. Había que sacarla afuera. Gracias por leer y comentar, amiga.
ResponderEliminarAbrazo fuerte.
habia que tirar afuera la endemoniada soledad
ResponderEliminarAle, gracias por leer y comentar. Un abrazo.
ResponderEliminar"Atónita, como si abriera telones a cada paso, recorría la sala entre palabras de pésame", "la soledad es incadescente", te felicito, me encantaron las imágenes, los tres tiempos, la brevedad que dice todo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Cecilia. Que los halagos vengan de una poeta de tu calibre, me llena de satisfacción. Abrazo fuerte.
ResponderEliminarAdemás de la soledad y la tristeza, un dejo de culpa y resignación traspasa el relato y llega al alma. "Si tan solo hubiera cometido un mínimo error" frase que encaja con el título y da sentido a la historia. Y que es tan realista como las veces que nos dijimos "si yo hubiera hecho tal o cual cosa..." en la creeencia de que podemos manejar nuestro destino. Muy bueno Mónica!
ResponderEliminarBesos,